Autora:Carolina Felici

miércoles, 22 de octubre de 2014

¡Ya voy teniendo mis gustos!


Nos estamos acercando al año. Nuestra niña hasta ahora ha sido una comedora excepcional pero, de unas dos semanas a esta parte, come de forma más irregular: hay día que prueba pocos bocados y otros que vuelve a su apetito habitual. 

En buena parte la razón está en el hecho que su ritmo de crecimiento ya no es el de antes: en el primer año de vida crecen muchísimo, hasta la adolescencia no volveremos a experimentar cambios tan grandes en nuestros hijos. Ahora que esta "tormenta" para un poco es normal que el hambre de nuestros pequeños disminuya algo. El mensaje es no preocuparse, sólo disfrutar viéndolos crecer felices.

Otro novedad es que voy notando que hay alimentos que no le gustan: el pescado, por ejemplo, no es su pasión: el otro día, puesta frente a una merluza a la romana, empezó a llorar y no quiso comer nada. Ni falta hace decir que no hubo ninguna tragedia, la merluza se retiró y comió algo de lo que estaba en la mesa. A la noche intenté ofrecérsela nuevamente pero se repitió la escena. No se si será definitivo o volverá a comer merluza: muchos niños tienen periodos que no comen algo y luego cambian.

También me ha sorprendido mi reacción frente a la actitud de la niña: en lugar de agobiarme porque "tiene que comer pescado" me he sentido orgullosa de ella, porque tan pequeña expresa sus gustos y a través de esos se va definiendo como individuo... otra manera de ver las cosas, ¿verdad?

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