En los años '30 Clara Davis, una pediatra estadounidense, estudió a 15 niños entre 6 y 11 meses que no habían experimentado antes beikost*
Le proporcionó alimentos variados, tantos animales como vegetales que, en su conjunto, aportaban todos los nutrientes necesarios en la dieta humana. No se usaron azúcar ni sal y cada alimento fue servido en un plato distinto. Eran los niños a tomar la iniciativa: las enfermeras estaban sentadas quietas con una cuchara en la mano: si un niño indicaba un alimento y no podía comerlo con sus proprias manos se lo daban ellas. Cada comida duraba hasta cuando los niños paraban de comer, aproximadamente 20-25 minutos.
¡Clara estudió sus niños durante 6 años!
Lo que vieron, ella y sus colaboradores, es que, cada bebé de una manera distinta, terminaba comiendo una dieta equilibrada en cuanto a calorías y nutrientes y que todos tenían buen apetito. Este disminuía de forma transitoria sólo durante enfermedades infecciosas leves. Cuando acabó el estudio todos estaban sanos y con pesos normales y comían más variedad de alimentos con respecto a lo esperado para sus coetáneos. El proyecto de volver a observar estos mismos niños al cabo de unos años para ver como seguían fue bloqueado por la crisis económica.
Quizás Clara Davis fue la primera que se opuso a las indicaciones tan estrictas en alimentación infantil.
Su herencia ha sido olvidada durante mucho tiempo, es ahora que nos empezamos a plantear que pudiese tener razón, que nuestros niños saben más de lo que creemos.
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Beikost: es una palabra alemana que significa "cualquier alimento distinto de la leche". Por extensión se usa en otros idiomas para entender la alimentación complementaria.
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